Fernando Botero, pintor reconocido por sus figuras voluminosas, es uno de los artistas latinoamericanos más cotizados del planeta. Su peculiar forma de hacer arte, conocida como el boterismo, lo ha convertido en uno de los pintores de gran éxito internacional.
Su estilo es reconocido en todo el mundo por los personajes con sobrepeso de sus pinturas y esculturas. Desde hace muchos años, Botero se ha dedicado a pintar, esculpir y dibujar figuras con un notable aumento del tamaño corporal y los lados redondeados. Esta particularidad ha hecho que sus obras sean un ícono del arte universal, algo que pocos artistas han logrado a lo largo de la historia.
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Orígenes de Botero
Fernando Botero Angulo, nació el 19 de abril del 1932 en Medellín, Colombia. Comenzó a desenvolverse en el mundo artístico en 1948 como ilustrador del periódico El Colombiano. Ese mismo año, participó en su primera exposición conjunta “Exposición de Pintores Antioqueños” realizada en Medellín.
En un principio, sus pinturas de retratos, paisajes y escenas se inspiraron en el arte colonial precolombino y europeo. Además, encontró inspiración en el muralismo mexicano. Con el pasar de los años, su estilo se fue transformando y poco a poco las figuras se volvieron más exageradas. Nació entonces lo que hoy se conoce como el boterismo.
Su obsesión por el volumen
A simple vista, el trabajo artístico de Botero, indica que sus figuras son personajes que consideraríamos gordos u obesos. Sin embargo, el artista colombiano ha aclarado en varias ocasiones, que sus figuras resaltan la forma natural del cuerpo, las curvas y la sensualidad. En palabras del mismo Botero: no pinta “gordos” sino cuerpos en los que se destaque el volumen natural del cuerpo. Además, insiste que él busca resaltar figuras voluminosas que muestren la monumentalidad de los objetos y las personas.
Vale la pena destacar que, la obsesión de botero por las figuras voluminosas nació luego de pintar una mandolina. Era la primera vez que el artista pintaba este instrumento musical, que lo impresionó por su particular forma. Fue precisamente la pintura de esta mandolina lo que despertó su pasión por el volumen, las curvas y las proporciones.
Su boterismo no solo aplica para personas, ya que también pinta objetos con las curvas aumentadas y los bordes redondeados.
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La importancia del boterismo
Como ya habíamos comentado anteriormente, muy pocos artistas han logrado crear un estilo tan icónico como lo ha hecho Botero. Gracias precisamente a ese estilo tan personal de sus cuadros nació el Boterismo.
Desde la década de los 80, su obra artística ha estado presente en importantes galerías del mundo. Ciudades como Caracas, Ciudad de México, Paris, Barcelona, Londres, Tokio y Dubai entre muchas otras han exhibido sus trabajos.
Al igual que sus pinturas, sus esculturas se encuentran en varios rincones del planeta. Por lo general, las esculturas de botero que embellecen los lugares donde se ubican son figuras femeninas, que resaltan la maternidad y la sensualidad en su forma particular.
De igual forma, con su boterismo, el artista ha versionado obras famosas de reconocidos pintores mundiales. Un ejemplo de ello es “Mona Lisa a los 12 años” Una imitación de la Gioconda original de Leonardo Da Vinci, en la cual Botero presta especial atención a los detalles para tratar de mantenerla lo más similar a la original posible.
Algunas de sus pinturas más famosas son: “Obispos muertos”, “La muerte de Pablo Escobar” y “Bodegón con Sandía”.
Sin dudas, Fernando Botero es hoy en día uno de los pintores vivos más destacados de la historia, cuyo estilo personal impresiona a los amantes del arte de todas las generaciones. A través de sus figuras voluminosas, Botero trata la cotidianidad, la crítica social, la historia del arte y la religiosidad. Pero además, en sus obras de arte están presentes la ironía, el gigantismo, el humor, la proyección de una realidad diferente, la inocencia y la sátira.
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