Considerada la patrona de Venezuela, la Virgen de Coromoto, es una de las advocaciones marianas más reconocidas del mundo. Según la historia, en los tiempos de la colonización española, la virgen se le apareció en varias ocasiones al Cacique Coromoto de los indios Cospes, quienes habitaban las selvas del estado venezolano de Portuguesa.
En cada una de sus pariciones, la virgen con una voz tierna y celestial, le decía al cacique que tanto él como su tribu debían abandonar sus costumbres y dejarse regir por la religión católica. De hecho, se suele afirmar que, el cacique se salvó se una mordida de serpiente gracias a la intercepción de la virgen. Desde entonces, a la Virgen de Coromoto se le adjudican favores y milagros.
Su veneración por parte de los creyentes venezolanos es tan grande que, el 11 de septiembre de 1942, la Virgen de Coromoto fue proclamada como la patrona de Venezuela. En este sentido, repasaremos algunos milagros que se le han a tribuido a la virgen a lo largo del tiempo.
Doña María Serafina
Luego del milagro ocurrido al Cacique Coromoto, se empezaron a correr rumores de la magia curativa de la Virgen de Coromoto. En este sentido, doña María Serafina Matute, matriarca y viuda de un capitán, se había quedado ciega desde hace mucho tiempo. Doña María era muy famosa por su piedad y su inmensa devoción a la Virgen de Coromoto.
Tanta era su devoción que se trasladó al pueblo de Soropo en el estado Portuguesa, donde el Capitán Juan Sánchez y su esposa dejaban que se venerase la imagen que la Santísima había dejado en manos del cacique. Doña María tenía mucha fe y creía que, con tan solo 3 días de fervorosas plegarias, su sueño se haría realidad.
Se dice que al primer día, la mujer empezó a ver objetos blancos de modo confuso, al segundo día, distinguía mejor. Finalmente, al tercer día de los rezos, Doña María recuperó por completo su visión. Quienes conocían a Doña María Serafina Matute quedaron sorprendidos, y convencidos que su recuperación fue obra de la Virgen de Coromoto.
2 caras y un mismo milagro
En 1670, 2 hombres de regiones diferentes de Venezuela, presentaban un cuadro realmente lamentable: piernas tullidas, con grandes llagas de lepra, que impedían que ambos hombres pudieran caminar. Se trataba de Lázaro del sur del Lago de Maracaibo, estado Zulia y Antonio de Boconó, estado Trujillo, quienes ya habían tenido hijos.
Lo cierto es que ambos hombres, sin conocerse, hicieron la jornada de peregrinación a Guanare por sus propios medios. Se hicieron trasladar por un sillón de manos por todo el camino, acompañados de sus respectivas esposas e hijos. También los acompañaron sus esclavos, mulas, caballos, así como, los hombres y mujeres de confianza, quienes iban rezando durante toda la peregrinación.
Ambos prometieron que si se curaban de sus dolencias, permanecerían en Guanare por el resto de sus vidas.
El caso de Lázaro
Una vez establecidos en Guanare, Lázaro y sus familiares comenzaron una novena de oraciones en honor a la Santísima. Además, se le permitió ungirse las llagas con el aceite de las lámparas que alumbraban el sagrario donde se encontraba la Reliquia.
Al sexto día de la novena, Lázaro se había recuperado de todos los males que lo habían hecho sufrir durante tanto tiempo. Por 8 años consecutivos, el hombre salvado por la virgen cumplió con su promesa. Como era blanco hidalgo, logró hacerse de bienes y recursos.
Sin embargo, su esposa no se sentía cómoda viviendo en Guanare y luego de 8 años pidió que se regresaran al sur del Lago de Maracaibo, petición que Lázaro aceptó. Al regresar, pronto volvieron las lepras y todas las dolencias antiguas. En tan sólo 20 días de su llegada, el hombre que había sido sanado por la intercepción de la virgen, falleció.
El caso de Antonio
Con Antonio, todo sucedió como con Lázaro. Se inició una novena de oraciones a la Virgen de Coromoto, le ungieron las llagas con el mismo aceite que a Lázaro y a los 6 días ya estaba total y perfectamente sano de su enfermedad.
A diferencia de Lázaro, Antonio sí se quedó en Guanare por el resto de su vida como había prometido. Se dice que vivió durante muchos años con buena salud luego del milagro.
Estos son tan solo algunos de los milagros de la Virgen de Coromoto que están registrados en un documento de 1746, redactado por el doctor Carlos de Herrera en Guanare, titulado Información de la Aparición y Milagros de María Santísima de Coromoto.
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