El cuentista, novelista y dramaturgo chileno, Antonio Skármeta, es uno de los mejores escritores latinoamericanos y del mundo. Su reconocimiento internacional, se debe gracias a su literatura costumbrista y su lenguaje simple pero siempre cargado con un toque de humor.
Además, muchas de sus obras literarias han conquistado audiencias internacionales, al ser adaptadas a la gran pantalla. Por lo tanto, no es de extrañar que, su talento haya sido reconocido con múltiples premios dentro y fuera de su país. El Premio Casa de las Américas, el Premio Llibreter, el Premio Médicis Extranjero y el Premio Grinzane Cavour, son algunos de los reconocimientos que ha recibido Skármeta, a lo largo de su carrera artística.
Entre sus tantos cuentos y novelas, destacan “Ardiente paciencia”, “Soñé que la nieve ardía” y “Desnudo en el tejado”.
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Orígenes de Antonio Skármeta
El 7 de noviembre de 1940, nació en Antofagasta, Chile, Esteban Antonio Skármeta Vranicic, quien años más tarde se convertiría en unos de los escritores más reconocidos de la literatura universal. Sus padres eran de origen croata y según se comenta, llegaron a Chile por el simple placer que les generaba el ambiente del sur de América.
Luego de culminar sus estudios de secundaria, el artista literario, cursó la carrera de filosofía en la Universidad de Chile. Paralelamente, Skármeta, tomó clases de teatro en la Escuela Nocturna de Teatro de la universidad y recorrió Bolivia y Perú con un grupo de titiriteros. También participó en otro grupo de teatro con el que se presentó en Uruguay, Brasil y Argentina.
Según se suele afirmar, tanto el teatro como sus mentores universitarios, fueron de gran influencia para formar el estilo literario de Antonio Skármeta. Durante su periodo universitario, el escritor chileno estudió a reconocidos filósofos como José Ortega y Gasset, Albert Camus, Martin Heidegger y Jean-Paul Sartre.
Primeros trabajos literarios
En 1967, Antonio Skármeta publicó “El entusiasmo”, su primer libro de cuentos, cuya narrativa interpretó la vitalidad de la juventud chilena de los años 60 y 70. Se trataba de una juventud hippie y revolucionaria con secretos y deseos de cambiar al mundo. De acuerdo con la crítica, con este primer trabajo literario, Skármeta innovó en la narrativa chilena, ya que se distanció de los típicos cuentos sombríos de la época.
Un par de años más tarde, apareció “Desnudo en el tejado”, una compilación de cuentos que hizo al escritor merecedor del premio Casa de las Américas. Algunos de los cuentos que más destacan de este libro son “El ciclista del San Cristóbal”, “Final del tango” y “Desnudo en el tejado”.
Para esa época, la influencia literaria del escritor chileno era una mezcla entre la literatura latinoamericana y estadounidense. Julio Cortazar, Juan Carlos Onetti, Jack Kerouac y J. D. Salinger son algunos de sus escritores favoritos.
En este sentido, la narrativa de Skármeta de finales de los 60 y comienzos de los 70, está cargada de mucha sensualidad, fantasía y mucho dinamismo. Este estilo particular para la época, lo convirtió en uno de los mejores exponentes del panorama literario latinoamericano.
La dictadura de Pinochet y el exilio
Un acontecimiento que marcó la vida de muchos chilenos, entre ellos Antonio Skármeta, fue el golpe de estado que perpetró el dictador Augusto Pinochet en 1973. Par ese entonces, el escritor era profesor de literatura, director de teatro y guionista de cine.
Debido a la terrible situación que provocó la dictadura, el artista literario se resguardó en Argentina por un tiempo, donde publicó “Tiro libre”. En esta obra literaria, se reflejan las circunstancias que permitieron el derrocamiento del presidente chileno Salvador Allende, según la perspectiva de Skármeta.
Posteriormente, en 1975, salió a la luz “Soñé que la nieve ardía”, su primera novela. El texto, narra todo los que Skármeta vivió durante el golpe de estado de Pinochet, desde el punto de vista de un futbolista. Este libro se considera una de las mejores obras del novelista chileno, debido a que traslada al lector en el espacio tiempo y lo hace testigo directo de todo lo acontecido. Además, según se suele afirmar, el texto cuenta con un muy inteligente sentido del humor.
Luego de durar aproximadamente un año en Argentina, Skármeta, viajó a Alemania donde permaneció por 15 años. Para ganarse la vida en ese país, escribió guiones para cine y radio. Además, dio clases de guiones cinematográficos. Durante esos años, publicó su segunda novela “No pasó nada”, que narra la historia de las peripecias de un joven chileno que tiene que adaptarse a un lugar desconocido.
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La obra de Antonio Skármeta en el cine
A inicios de los 80, Antonio Skármeta, publicó su tercera novela bajo el título “La insurrección”, que trataba de la Revolución de Nicaragua. La obra recibió tan buena crítica, que se usó como guion cinematográfico.
Ya para finales de los 80 y principio de los 90, el escritor regresó a su natal Chile, donde se dedicó a la televisión y la docencia. El show de los libros, dirigido por Skármeta, fue uno de los programas televisivos que más audiencia tuvo tanto en Chile como en Latinoamérica.
Vale la pena mencionar que, en 1985, salió al mercado “Ardiente paciencia”, que además de ser una novela, fue guion de cine, de radio y obra teatral. En 1994, “Ardiente paciencia” sirvió de guion para la película “El cartero (y Pablo Neruda)”, que recibió un Oscar y se convirtió en bandera del buen cine.
Su paso por la política
Además de su pasión por las letras, Antonio Skármeta, es amante del fútbol y las carreras de caballo. Pero también, a lo largo de su carrera incursionó en la política. En el año 2000, se convirtió en el embajador de Chile en Alemania para el gobierno del entonces presidente Ricardo Lagos.
La escritura vivencial de Antonio Skármeta
Muchos críticos y amantes de la literatura latinoamericana, consideran que Antonio Skármeta es un escritor vivencial. Esta consideración, se debe a que sus textos van acompañados por la crítica social de los acontecimiento que el autor chileno ha presenciado a lo largo de su vida.
Algo particular de este gran novelista chileno, son sus diálogos continuos y su impecable descripción de los escenarios que menciona en sus textos.
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