Francisco Narváez es uno de los escultores más importantes de Venezuela y el mundo. De hecho, se le considera uno de los pintores y escultores más emblemáticos del siglo XX. Historiadores y críticos del arte, aseguran que la obra de Francisco Narváez, encarnó la modernidad venezolana.
Su trabajo artístico va desde el indigenismo hasta lo abstracto-constructivo, algo que en su momento, rompió con los paradigmas establecidos del arte en Venezuela.
Sin lugar a dudas, una de sus obras más destacadas es la serie de esculturas de la conocida Fuente de Las Toninas, en Plaza O’Leary de Caracas, la capital venezolana. Gracias a su inconfundible talento artístico, se suele afirmar que, Francisco Narváez, transformó de manera definitiva la forma de ver la escultura en su país.
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Inicios de Francisco Narváez
Hijo del ebanista José Lorenzo Narváez y de Vicenta Emilia Rivera, Francisco Narváez, nació el 4 de octubre de 1905 en Porlamar, Isla de Margarita, Venezuela. Siendo su padre un reconocido ebanista en Margarita, el pequeño Francisco despertó su pasión por la práctica escultórica desde muy temprana edad.
A inicio de los años 20, comenzó sus primeros estudios formales de pintura, en la Academia de Bellas Artes de Caracas. En 1928, recibió una beca para estudiar en París, oportunidad que no desaprovechó. Cursó estudios en la reconocida Academia parisina de Julian, lugar en el que entró en contacto con el movimiento artístico de Montparnasse.
En esta etapa de su vida, muchos pintores de la denominada Escuela de París influyeron en su forma de realizar arte. Raoul Dufy; Chaime Soutine; Amadeo Modigliani y Moisés Kisling, son algunas de las figuras del arte que más influyeron en el reconocido artista venezolano.
La obra de Francisco Narváez en Venezuela
En 1931, Francisco Narváez regresó a Venezuela y comenzó a revolucionar Caracas con su obra artística. Con la colaboración del reconocido arquitecto venezolano Carlos Raúl Villanueva, Narváez realizó el grupo escultórico de la Plaza Carabobo, los relieves de las fachadas del Museo de Bellas Artes y el Museo de Ciencias, y el proyecto en la Urbanización El Silencio, todas de corte figurativo.
Con su propuesta artística, el escultor venezolano, rompió los esquemas estéticos vigentes en su país hasta ese momento. Para los estudiosos de las obras de artes venezolanas, fue la primera vez en el país, que un artista usó un lenguaje escultórico propio. Además, su trabajo, por muy innovador que fuera, siempre estuvo asociado a las raíces nacionales. Por lo tanto, no es de extrañar que, la belleza de los elementos étnicos venezolanos, estén presentes en la obra de Francisco Narváez.
Su paso por Nueva York
En 1939, el reconocido escultor venezolano, viajó a Nueva York para representar a su país, decorando de manera majestuosa el Pabellón de Venezuela en la Feria Mundial. Al año siguiente, siendo ya un reconocido artista, recibió el Premio Nacional de Escultura y en 1948 el Premio Nacional de Pintura en el Salón IX Oficial de Arte Venezolano.
Las Toninas de Francisco Narváez
En 1943, el artista realizó una de sus obras más emblemáticas, Las Toninas. Se trata de una fuente que se encuentra en la plaza O’Leary de la urbanización El Silencio, en Caracas. Es una obra artística y arquitectónica realizada entre Carlos Raúl Villanueva y Francisco Narváez. Se considera además, la primera obra de la arquitectura moderna venezolana,
La obra está conformada por figuras femeninas de piernas extendidas y pies descalzos, con el torso y cabeza reclinados. Cada figura femenina se mantiene sobre una pareja de delfines que sobresalen de una serie de ondas que simulan el oleaje marino. Las mujeres de esta escultura usan larga cabellera y vestidos de corte sencillo, que dejan traslucir el cuerpo con pechos y formas curvilíneas.
Vale la pena mencionar que, toda la fuente fue diseñada como un gran juego de agua e iluminación, dentro de un área verde (césped), para que fuera apreciada tanto por las personas que van en vehículo como por las que van caminando.
Otro dato curioso es que, en Venezuela, la tonina es una especie de delfín de agua dulce que por lo general se encuentra en el río Orinoco. En este sentido, Las Toninas realizadas por Francisco Narváez, simbolizan el aliento de una pieza de inspiración nacionalista, que al mismo tiempo representa el modernismo venezolano.
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Otras obras de gran renombre
Entre finales de los 40 e inicios de los 50, Francisco Narváez hizo varias obras para la Ciudad Universitaria de Caracas. En ese mismo periodo, realizó la escultura ecuestre del general Rafael Urdaneta en en la plaza La Candelaria de Caracas. Posteriormente, fue nombrado director de la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas. En 1954, representó a Venezuela en la Bienal de Venecia, Italia.
En 1979, junto al también reconocido pintor venezolano Héctor Poleo, Narváez, representó a Venezuela, en los segundos encuentros internacionales de Arte Contemporáneo, en el Grand Palais de París.
Ese mismo año, en reconocimiento a su destacada labor, se fundó el Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez, en su natal Porlamar. Para este museo, el escultor donó 35 esculturas, 11 pinturas y varias serigrafías.
En 1981, realizó la escultura monumental Gran Volumen para la refinería Amuay, en el estado Falcón, Venezuela. Un año más tarde, terminó la escultura Armonía de Volúmenes y Espacio, realizada para el Metro de Caracas.
El 7 julio de 1982, falleció en Caracas el gran maestro Francisco Narváez. Por su puesto, su legado se mantiene vigente en su obra artística que recorre varios lugares de Venezuela. Su propuesta artística cambió para siempre la manera de ver la escultura en los venezolanos. Además, fue el pionero en la utilización de la rica variedad de maderas del país y el primero también en hacerlo en gran escala, con piedras nativas como las de Cumarebo y Araya.
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