El reencuentro con su arte se dio con la visita a un espacio médico cuyas paredes están decoradas con afiches de obras de arte. Allí ante nuestros ojos, estaba la réplica de la joven madre. Movido por la curiosidad, la primera reacción fue comprobar que el recuerdo no estaba equivocado. Luego rápidamente se leía la inscripción a un lado antes de tener que chequear la firma. Efectivamente Arturo Michelena. Aclarado esto, siguió el deleite visual.
Se menciona que la joven medre pertenece a la etapa del pintor de regreso a Venezuela ya consagrado en París y Nueva York. Independiente de que cuál etapa haya sido. Lo que interesa resaltar es que 35 años de vida siempre resultaran insuficiente para quien desarrolla tanta grandeza. Y no se trata de redescubrirlo, tiene más que ver con recordarlo cada vez que se pueda.
La procedencia
Para los muy pocos que no lo sepan, Francisco Arturo Michelena Castillo nació en Valencia, Venezuela el 16 de Junio de 1863 y murió en Caracas, (35 años después) el 29 de Julio de 1898. Lo resaltó porque la web es universal y esto pudiese leerlo alguien que no tiene ni idea de quien se escribe. Sus padres fueron Socorro Castillo, hija del pintor Pedro Castillo y Juan Antonio Michelena, que también fue pintor y primer tutor del artista desde muy temprana edad.
El desarrollo
Es así que la ascendencia y el entorno familiar marcaron el destino del artista. En sus años de infancia destacan lo que se consideran sus primeras obras y a los once años el escritor Francisco Sales Pérez, le toma cariño gracias a las ilustraciones que realiza para uno de sus libros y se convierte en su protector. Lo presenta en el círculo de amigos del presidente Antonio Guzmán Blanco con el propósito de gestionarle una beca del estado.
Entre ese tiempo y los 16 años realiza diversas obras y establece junto a su padre una academia de dibujo y pintura. En esa etapa recibe sus primeros encargos como profesional. Destacan de ese tiempo su obra “Retrato del Cardenal” entre otras.
Camino al reconocimiento
En 1883, en el marco de la conmemoración del natalicio del libertador, se realiza entre los actos una gran exposición en la que Michelena participa con la obra “La entrega de la bandera al batallón sin nombre”, Con este cuadro es premiado con la medalla de plata.
Habiendo ya obtenido cierto reconocimiento, su obra “General Joaquín Crespo en la Batalla de La Victoria”, sirvió para allanar el camino hacia otro nivel. Es así como el gobierno del entonces presidente Joaquín Crespo, le aprueba una beca para estudiar en París. Por lo tanto en 1885 viaja a esa urbe junto Martín Tovar y Tovar, otro grande de la pintura que también había sido becado. Hay quienes afirman que esas becas nunca llegaron; y que Michelena y Tovar pasaron ciertas vicisitudes para sobrevivir en la denominada ciudad luz.
En París estudió en la academia Julien, bajo la tutela del maestro Jean-Paul Laurens, quien era un continuador del estilo tradicionalista oficial, afianzado en su predilección por los cuadros históricos y héroes mitificados. Lo relevante de esto, es que para entonces, el estilo impresionista y otras corrientes renovadoras tomaban un gran auge que impulsaría la preferencia estética por nuevos senderos. Sin embargo, esto no sedujo al joven pintor.
El aprendizaje en el taller de Laurens amplia la capacidad técnica y creativa de Arturo Michelena ya en sus veintidós años. Es entonces cuando su maestro lo empuja a que participe en el Salón de Artistas Franceses de 1887. En esa muestra uno de sus cuadros “El niño enfermo”, obtiene Medalla de Oro en Segunda Clase y el reconocimiento Hors concours, máxima distinción para un artista extranjero. Posteriormente en 1989 obtiene Medalla de Oro en la Exposición Universal de París con su obra “Carlota Corday ante el cadalso”. Solo basta ver una imagen de esas dos obras para deslumbrase. “El niño enfermo”, fue subastado en el renombrada Sotheby´s en el 2004 por un millón quinientos dólares.
Regreso en Venezuela y vuelta a París
Ese 1989 Arturo Michelena regresa a Venezuela donde es recibido con los honores del para entonces artista más laureado en el extranjero. Contrae matrimonio con Lastenia Tello Mendoza y poco después vuelve a París
En este nuevo periodo parisino los curadores suelen afirmar que sus obras muestran un trazo más fluido. Que hay en ellas una dinámica de movimiento particular en sus figuras que reflejan un suceso recién acontecido. Así como también un manejo del color más extraordinario.
La nota discordante va a venir al enfermar de tuberculosis. Viaja primero a Normandía en busca de cura, pero finalmente regresa a Venezuela. De ese tiempo son, entre otras, sus obras Pentesilea (1891) que obtiene Medalla de Honor en la Gran Exposición Colombina de Chicago y La vara rota (1892). Una vez más solo basta ver una imagen de ellas.
La prematuro desenlace
Como quien trata de apresurarse porque sabe que no queda mucho tiempo el pintor lleva a la par su lucha contra la tuberculosis y la concreción y desarrollo de un importante número de obras. Muchas de ellas quedaron inconclusas, como la “última cena”. Las que logró terminar son sencillamente fuera de serie: “La muerte de Sucre en Berruecos” de 1895. Su más universal: “Miranda en La Carraca” de 1896; La Virgen de las Palomas de 1897 y La multiplicación de los panes también de 1897. Por solo mencionar unas pocas.
Arturo Michelena falleció el 29 de julio de 1898 en Caracas, en su casa de La Pastora. A tan solo 35 años desde Junio de 1963 a Julio de 1898. Cincuenta años después, el 29 de julio de 1948, sus restos fueron trasladados del Cementerio General del Sur al Panteón Nacional y allí reposan. Un merecido lugar para este pintor venezolano considerado uno de los artistas más universales de la plástica mundial.